Celebrado
en septiembre de 2022
en el Museo do Pobo Galego
Santiago de Compostela

Celebrado
en septiembre de 2022
en el Museo do Pobo Galego
Santiago de Compostela

Carlos López Bernárdez

[Historiador del arte]

El arte en la Galicia tardorromana y medieval. Desde la creación del reino hasta el año 1000

El período a revisar, por la extensión de seis siglos y la fluidez de la cronología al tratarse de obras concretas, no se deja encajar en los esquemas y límites tradicionales al enraizarse en el románico cristiano y disolverse en el gran cambio del siglo XI. .

Así delimitado, el espacio es el de la sociedad gallega marcada por la memoria de Roma y ligada religiosamente a ese legado pero también por el sustrato cultural anterior. Una colección que forma parte de la unidad esencial de las sociedades europeas plenamente establecidas en los siglos VIII y IX y que tiene sus cimientos en la tradición tardorromana.

Este ciclo histórico y cultural es inaugurado por el reino suevo y continuado por los visigodos y reúne romanismo, cristianismo y germanismo. El arte de este período continúa la tradición imperial tardía; es heredera directa del paleocristiano ya los rasgos tardorromanos aumenta la aportación de los conquistadores, en un ambiente ya cristianizado.

La conquista musulmana supuso un cambio de aires en toda la península, pero en Galicia no se consolidó la dominación islámica, lo que da lugar a la formación de un espacio cristiano, que correspondía a la antigua provincia de Gallaecia. En este punto es el hallazgo de la tumba de Santiago, trascendental para el devenir político y cultural.

El arte gallego, fuertemente arraigado en la tradición del Bajo Imperio y germánico, con elementos de sustrato gallego siempre presentes, no se vio sustancialmente afectado por el mundo islámico, algo que se evidencia en la catedral de Santiago.

Esta basílica, erigida en tiempos de Alfonso III (872) y destruida por Almanzor (997), fue uno de los edificios más importantes de la época, de mayor tamaño que las iglesias asturianas contemporáneas, pero lejos de la monumentalidad de los edificios otonianos y de la arquitectura más allá. los Pirineos. , sin embargo, este tipo de edificación está en deuda. Otras construcciones como San Xes de Francelos nos trasladan al mundo clásico con una celosía con el motivo de la vid.

El peso de la tradición caracteriza a conocidos templos gallegos del siglo X, como el de Santa Mª de Mixós. Son construcciones sencillas, a excepción de las conservadas de Santa Miguel de Celanova, joya de la arquitectura del siglo X. Las plantas de estas iglesias son variadas; hay basílicas como Mixós o Santa Eufemia de Ambía; de una sola nave con ábside rectangular como San Salvador de Samos, Santa Mª de Loio o Santo Antoniño de Toques; de nave y ábside de herradura como San Martiño de Pazó, San Martiño de Mondoñedo y Santa Mª de Vilanova dos Infantes. Singular es San Miguel de Celanova un pequeño oratorio construido por San Rosendo (940). Es un perfecto ejemplo de lo que de la obra de Gómez Moreno Iglesias mozárabes (1919) se denomina arquitectura mozárabe, terminología en cuestión hoy en día, ya que es indiscutible que estos edificios responden funcional y técnicamente a la tradición preislámica. Celanova, además, no parece haber sido construido por mozárabes. Además, San Rosendo está vinculado a la monarquía -no es mozárabe- e incluso en territorio berciano Santiago de Penalba debe su construcción a promotores gallegos como San Xenadio.

En otros templos gallegos tenemos decoraciones cercanas a Celanova, como el alfiz de San Martiño de Pazó o los modillones conservados de la iglesia de Santa Mª de Vilanova dos Infantes. El ambiente artístico de la diócesis de Ourense se corresponde también con los restos de otras iglesias: San Xoán de Camba y Reza Vella.

La escultura de este período se limita a relieves planos, a menudo biselados, esgrevios en las pocas representaciones de figuras, como la oración de San Martiño de Pazó. Los relieves de Camba pueden ser algo posteriores, pero son de tradición anterior y formas rudimentarias, sin presencia de fórmulas románicas. Los elementos decorativos, como los modellones de Celanova o Vilanova dos Infantes tallados en bisel, aunque con influencias cordobesas, entroncan con la tradición gallega que se remonta incluso al mundo castrejo con rosetones y ruedas helicoidales.

Carlos L. Bernárdez

(Vigo, 1958)

Es historiador del arte. Ensayista sobre temas artísticos y literarios y comisario de exposiciones. Desarrolla la crítica de arte en los suplementos "Faro da cultura" del Faro de Vigo y en ser - estar de nosotros diario.

En el campo del análisis cultural mantiene dos líneas de trabajo, una dedicada a la literatura gallega y otra centrada en la historia del arte, encaminadas a construir análisis sobre el arte gallego que impliquen una descentralización de los relatos - rompiendo el esquema centro/periferia.

Entre sus libros se encuentran Bestiario de piedra. Animales fantásticos en el arte medieval gallego, en colaboración con X. R. Mariño Ferro (NigraTrea, 2004); Breve historia del arte gallego (NigraTrea, 2005); Maruja Mallo, la nueva pintura de Muller (NigraTrea, 2010); Del idilio a la diáspora. Modernidad y compromiso en la pintura gallega de Castelao a Seoane (Ed. NigraTrea, Vigo, 2011); Un pintor que sabía lo que hacía. Aportaciones a la obra pictórica de Luis Seoane (Laiovento, 2016), Identidad y universalidad. Lecturas de pintura gallega (Laiovento, 2018) y Frente al arte. El arte gallego en el contexto europeo de los años 30 (Laiovento, 2020).

En el campo de los estudios literarios publicó De cuatro a cuatro de Manuel Antonio (Do Cumio, 1991); La emoción de la Tierra. Poesía de Vicente Risco (Espiral Mayor, 1994); Cincuenta años de poesía gallega II (Penta, 1994); Novelista en gallego, con X. R. Mariño (General, 2002); Lorenzo Varela, vida y obra (General, 2005) y las ediciones de la poesía gallega de Lorenzo Varela (Xerais, 1990); Fírgoas de Manuel Luís Acuña, en colaboración con R. Nicolás (Xerais, 1992); Obra dramática de Ramón Cabanillas, con M. Vieites (Xerais, 1996); Una pega rabilonga. Los chicos malos de X. M. Álvarez Blázquez (Galaxia, 2008) y Samos de Ramón Cabanillas (Xerais, 2009). Es coautor del volumen literatura gallega. siglo 20 (Nuestra Tierra, 2001).

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